MARCAS INVISIBLES

 Los Evangelios nos muestran que el Señor Jesús fue encarcelado, azotado, escupido, vituperado, sufrió oprobio, recibió latigazos, crucificado; traspasado con clavos en sus manos y pies, abierto en su costado y coronado con corona de espinas, todo eso dejó marcas visibles en su cuerpo, pero también invisibles, la cruz representaba dolores tanto internos como externos, previos a la crucifixión y durante ella. Acompáñame a descubrir las marcas invisibles de Cristo y de sus seguidores; se trata de sufrimientos internos, heridas que no se ven, una cruz no visible, veremos dos marcas invisibles:

La primera marca invisible es Negarse así mismo, esta herida la encontramos en las Escrituras y precedió la crucifixión, Lucas 22:41-42 SBT dice:

Y él se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mi esta copa; pero no se haga tu voluntad, sino la tuya.

También se expresa en el texto paralelo; Mateo 26:39 SBT: Y yéndose un poco más adelante, se postro sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

En esta escena Jesús es ejemplo perfecto de obediencia al Padre. A pesar de nuestros deseos, aceptamos y descansamos en la buena voluntad del Rey soberano. En el libro La Sombra de la Cruz, estudios sobre la autonegación, nos enseña que “los hijos de los hombres como nacidos de Adán viven para sí, las voluntades están sometidas al interés personal. El gran anhelo de vivir para el salvador no importa el costo, es por la simple delicia de vivir para la gloria de Jehová y la satisfacción de morar en la presencia de su majestuosa comunión que los cristianos se someten a las agonías de la autonegación.”.


Las marcas invisibles de Cristo fueron llevadas a la cruz y se quedaron allí por un bien mayor: la redención de la humanidad. Los creyentes también sufrimos ese tipo de heridas, pero en menor medida. Estas marcas son llevadas a la cruz y ninguna es en vano, serán parte de algo mayor, “Las bendiciones a los servidores que llevan la cruz de Cristo no están todas reservadas para el otro mundo, aunque su gran herencia está reservada en los cielos” (1) como lo afirma 1 Pedro 1:4: "Para una herencia incorruptible, e incontaminada, e inmarchitable, reservada en los cielos para vosotros".

Entonces, a pesar del dolor que podemos experimentar al renunciar a nuestros deseos, incluso matar el “YO” cuantas veces sea necesario. El aceptar la voluntad del Señor siempre transcenderá a un bien mayor, pues la nada se compara con la gloria venidera que nos ha de ser manifestada (Romanos 8:18).

La segunda marca invisible es tome su cruz, quisiera ilustrar con un evento posterior a la crucifixión y lo encontramos en Mateo 27:46b: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” En cuanto a esta cita bíblica Matthew Henry afirma: “Nuestro Señor fue en algún tiempo desamparado por su Padre, profundo misterio, sin que el Padre cesase de amarle, ni Él al Padre, el Padre con todo, le desamparó; le entregó en manos de sus más crueles enemigos y allí le dejo sin intentar librarle de tales males, no fue rescatado, Dios ocultó completamente su rostro de Él porque estaba hecho pecado y maldición por nosotros.”

La segunda marca invisible más allá del dolor de sentirnos solos, abandonados y no amados a causa de los sufrimientos en Cristo, se trata de las aflicciones que el Señor permite en nuestras vidas para que se cumpla su plan de salvación en la humanidad, para que seamos moldeados a la imagen de Cristo y todo lo que el Señor permite dentro de su divina providencia en nuestras vidas que es motivo de dolor, como lo indica Walter J. Chantry: “El Señor sufrió crueles dolores que jamás hayan sido infligidos a un hombre y hay grandes aflicciones en el pueblo de Dios que son impuestos por la providencia. Un sufrimiento irresistible podría ser la mano disciplinaria o de misericordia purificadora” (1).

Es posible que nuestros sufrimientos, incomparables a los de Cristo y encaminados a la disciplina o a la santificación nos generen gran aflicción, pero son enviados a la vida del creyente con propósitos eternos. Gracias al sacrificio de la cruz, Cristo fue hecho pecado y maldición por nosotros. (2 Cor 5:21 y Gál. 3:13).

En conclusión, como creyentes no todos sufriremos heridas visibles por Cristo, pero de seguro tendremos que negarnos y tomar nuestra cruz. El aceptar la voluntad del Padre por encima de la nuestra y el dolor profundo que nos causa llevar nuestra cruz, son dos marcas invisibles, incomparables con las de Cristo pero que debe llevar todo verdadero creyente, con la esperanza de que todo esto lo conducirá a una vida suprema, como lo dice Pablo: “Nada se compara con la gloria venidera". Así que estas marcas invisibles no serán en vano, gózate en el porvenir que tendrás en Cristo Jesús.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame.

Mateo 16:24 SBT 

 

(1). La sombra de la Cruz, Estudios sobre la Autonegación 1989 de Walter J. Chantry

 

Saludos&Bendiciones

Con amor

Marifer

Comentarios

  1. Aceptar la voluntad del padre por encima de la nuestra ... Saludos marifer q buen blog

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

BELLEZA INVISIBLE

PROMESAS EXCLUSIVAS.